Lectura: ORIGEN
DE LOS TRIBUTOS
Para
esbozar el origen de los tributos, es necesario referirse al origen de la
humanidad y contemplar, entre otros aspectos, la religión, la política, la
cultura y la evolución de las diferentes organizaciones sociales. Desde la
perspectiva religiosa, existió la necesidad del hombre paleolítico de dar
ofrendas a su Dios a través de dádivas en especie, o sacrificios de seres
humanos o animales; en parte, esto atenuaba sus temores y les permitía
agradecer y calmar a los Dioses.
Referentes
desde el contexto bíblico hacen pensar que los tributos siempre han existido,
basta con hacer un recorrido por citas como: (Mc. 2, 13-17). Jesús comparte con
Leví y los recaudadores de impuestos. El
texto de los dos
hombres
que fueron a orar al templo; el fariseo y el recaudador de impuestos o cuando
los fariseos cuestionaron a Jesús
diciendo ¿Es lícito dar tributo al César? y él responde: “Da al César lo que es
del César y a Dios, lo que es de
Dios”.
En
Egipto, de acuerdo a vestigios de
papiros que datan de 3.600 años A.C., se llevaba un sistema de contabilidad
pública, donde se registraba, controlaba y vigilaba el recaudo de impuestos.
Los funcionarios reales nombrados por el
faraón,
cobraban los impuestos, quienes conjuntamente con los sacerdotes clase
privilegiada y los militares, sometían a los comerciantes, artesanos, siervos y
esclavos para que sirvieran y tributaran al faraón.
En
Grecia, el arconte; persona perteneciente a la aristocracia, era el jefe que
manejaba el tesoro público y a través de sus auxiliares recaudaba los
impuestos, (Siglo X A. C.). En Esparta,
los pariecos, que eran los contribuyentes y los que iban a la guerra
(campesinos, comerciantes e industriales), pagaban los impuestos y sostenían a
las clases parasitarias o ciudadanos que prácticamente vivían de los demás.
En
Atenas, (año 594), la sociedad estaba dividida en cuatro clases y la cuarta,
que era la más pobre, no tenía acceso a los cargos públicos, pero tampoco
pagaba impuestos, ni prestaba servicio militar.
Por su
parte, el Imperio Romano, tomó de las instituciones Griegas y etruscas, la
cultura, la organización social y las instituciones tributarias, especialmente
después de su dominación, que convertía en provincia a regiones vencidas
entre las
que se destacan Egipto, Grecia y Judea. Una de las causas que originó la caída del
Imperio Romano fue la corrupción política y los altos impuestos, especialmente
sobre la producción agrícola.
Julio
César, quien conquistó Germania, Inglaterra y parte del Asia Menor, declarado
dictador vitalicio, reorganizó el estado y le dio a los cuestores (recaudadores de impuestos), la función del
cobro de los mismos; estos tributos
se
cobraban en todo el imperio, el pago lo hacían en monedas (con el rostro del
César) o en especie, donde países como Sicilia y Egipto surtían de trigo al
estado romano, quien a su vez suministraba gratuitamente este cereal al pueblo
de Roma.
En la
edad Media (Año 476 al año 1453 D.C.), el Cristianismo era considerado la única
y verdadera religión. Carlomagno, emperador coronado por el Papa, impuso en el
año 800 las “cruzadas”, campañas guerreras para imponer la fe. La Iglesia, como
poder dominante de la época, tuvo sus propias instituciones tributarias. El sistema económico fue el Feudalismo, un
medio de producción basado en la agricultura, poca actividad comercial y escasa
circulación
monetaria. En esta época, el instrumento esencial era la
tierra, donde primaban como propietarios los monarcas y la Iglesia. Los señores
feudales eran quienes imponían onerosos tributos los cuales transferían
posteriormente
a quien
reconocían como rey. Los siervos sin
tierra pagaban sus tributos, inicialmente, en dinero, posteriormente en especie
con frutos de la tierra y trabajo personal.
En esta
época no existía la economía de mercado, el poco comercio se consolidaba a
través del trueque. Con las cruzadas se
impulsó un interés por las mercaderías de diferentes regiones y se lideraron
las ferias en las
diferentes
ciudades que pagaban impuestos por la salida y entrada de mercancías, por el
almacenaje y por las ventas.
En el año
de 1215, la “Carta Magna” de Inglaterra, estipuló el tributo que los nobles
debían pagar; otros tributos conocidos de la época fueron: “La Taille”, viejo
impuesto feudal que se aplicó a la venta presunta en Francia.
La talla,
como impuesto directo, es el que se
recauda de forma personal. El proceso de
imposición se denomina tallación.
La taille era uno de los principales impuestos del Antiguo Régimen en Francia, y considerado
como
muy
regresivo, al estar exentos justamente los privilegiados, la parte más rica de
la sociedad. En la España del Antiguo
Régimen había impuestos semejantes, a los que contribuían sólo los pecheros.
América
por ejemplo, tenía su propia organización social, política y tributaria. Los Incas, ubicados en Perú y Chile, en las
ciudades de Cuzco y Machu Picchu, para
mantener a los sacerdotes y a la clase
gobernante, pagaban sin
inconformidad
el tributo en especie y en trabajo, llevaban la contabilidad a través del
quipus.
Los
Aztecas (México), con la autonomía de cada territorio, administraron 38
provincias que aportaban de acuerdo a sus recursos. Se pagaba el tributo a la
liga, este podía ser en contingentes
armados o en especie según la capacidad
de los
sometidos, este pago lo hacían en oro, alimentos, cerámicas y vestidos para
guerreros y sacerdotes; llevaban su contabilidad por un sistema contable
vigesimal este sistema les permitía controlar los sujetos pasivos y la cantidad
que cada
contribuyente pagaba.
Los
Chibchas, pueblo indígena que habitó nuestro territorio, utilizaron la
contabilidad basada en el quipus,
cobraban los tributos en oro, mantas y trabajo. Con el descubrimiento de
América como resultado para encontrar nuevas alternativas para el comercio,
España resolvió sus dificultades financieras y trasladó las instituciones
tributarias vigentes en Europa saqueando, en parte, las riquezas de América sin
ninguna consideración o contraprestación en el desarrollo económico de la
región.
En
Inglaterra con Napoleón Bonaparte nace el Impuesto sobre la Renta (1797) con
un escaso recaudo en el tributo de las
importaciones (porque quienes debían pagarlo no lo hacían o ponían resistencia
a cumplir con este deber).
Este
suceso desencadenó un aumento en el impuesto al consumo de licores,
medicamentos, té, jabón; además del impuesto que se cobraba por el uso de
coches, caballos, perros, relojes, entre otros.
En
Francia, con la Revolución se suprimen todos
los tributos y se crean cuatro viejas contribuciones, conocidas con el
nombre “les quatre vieilles”, ellas son: La contribución territorial que
grava la tierra y los edificios.
La
contribución mobiliaria que es el impuesto a los valores locativos de la
vivienda, considerado como índice de renta.
La
contribución de patentes que grava el comercio, la industria y las profesiones
liberales.
La
contribución de puertas y ventanas, la cual se pagaba de acuerdo al número de
aberturas de los edificios.
Colombia,
por su parte en el Gobierno de Francisco de Paula Santander (1820), establece
el Impuesto de Renta, el cual no fue posible recaudar por las continuas guerras
civiles. En 1918, con la Ley 56, se logró establecer propiamente este tributo.
En este gobierno se mantenía en parte una estructura tributaria heredada de
España y se conservaban como tributos:
alcabalas, aduanas, aguardientes, quintos de metales, diezmos y vacantes
que pagaban 2.5 millones de habitantes.
En 1821
con la Constitución del Congreso de Cúcuta se suprimen: la alcabala, el
impuesto a las exportaciones y el impuesto al estanco para aguardientes. El diezmo fue abolido en 1849, cuando también
se abolió la esclavitud en el
gobierno
de José Hilario López.
La
estructura tributaria vigente hoy en Colombia obedece a una transformación
marcada por aspectos políticos y continuas reformas tributarias, que buscan
equilibrar el déficit fiscal vigente, incluso, desde el nacimiento de la
Constitución
de 1886, como lo plantea el autor López Garavito. A esta situación de déficit, se le añaden
situaciones de orden político como la guerra de los mil días (1898); la pérdida
del canal de Panamá (1903) y las sucesivas reformas tributarias.
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